Familias saludables, niños felices

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¿Sabías que el estilo de vida influye directamente en el bienestar de los niños? Y como familia, tenemos a mano trabajar hábitos concretos para favorecer un mejor entorno familiar, que ayude a educar niños más felices. Son muchas las rutinas, actividades y maneras de hacer, que pueden ayudarnos a favorecer un estilo de vida familiar saludable

La importancia de la educación nutricional

Inculcar correctos hábitos de alimentación en los más pequeños no es sencillo; y a veces es cuestión de falta de tiempo, pero tenemos que intentar educar el paladar de los niños introduciendo distintos sabores y texturas. Trabajando día a día, con paciencia y sin tensión, conseguirán comer casi de todo. 

Es recomendable optar por una dieta saludable y suficiente tanto los niños como los adultos. Es bueno organizar bien los menús de la semana, teniendo en cuenta las comidas de la escuela infantil. Un ejemplo serían tres comidas principales, con dos tentempiés, priorizando siempre frutas y verduras.

Para lograr un estilo de alimentación saludable, es importante conseguir también el bienestar emocional, físico, psíquico y social. Sentarse en la mesa para comer juntos tiene numerosas ventajas para los niños: mejora la unión familiar y social, ayuda a su educación y logran a alcanzar buenos hábitos alimentarios.

Un niño comerá mejor si está acompañado y cómodo. Los niños que comen en familia terminan aprendiendo a socializar sus condutas, y la imitación a los mayores será un aspecto importante en este sentido. ¿Cuántas veces se sientan los más pequeños a compartir la mesa familiar?

Promover el ejercicio físico en la familia

Además de mantener una dieta equilibrada, es muy importante realizar ejercicio físico. Puede que, desde que os convertisteis en padres, el ejercicio físico haya quedado a un lado, o sencillamente se realice de manera puntual y no constante. Sin embargo, establecer una rutina de movimiento, puede ser altamente beneficioso para todos los miembros de la familia: desde los padres, hasta los más pequeños. Pero ¿cómo? ¿cuándo? 

Para los más pequeños, el juego activo es la mejor manera de asegurar su ejercicio físico: jugar en el suelo; si aún no andan, moverle brazos y piernas; girar la cabeza frente a estímulos, tirar, empujar, gatear, ponerse de pie, arrastrarse, andar: todos estos movimientos son favorables para su desarrollo psicomotor y además la diversión ¡está asegurada!

El paseo, adaptado a cada edad, desde que son bebés, también tiene innumerables beneficios para padres e hijos. Desde que son más pequeños, el paseo asegura la exposición al sol y mejora su descanso. Cuando ya caminan, será una excelente actividad física, al mismo tiempo que les ayuda a conocer mejor el mundo exterior y desarrollar, entre otras, sus capacidades visuales, auditivas y cognitivas.

Será conveniente planificar estos tiempos de juego y paseo, para que, poco a poco, comiencen a formar parte de la rutina de los niños.

Reservar un tiempo para el ejercicio físico de los padres también es altamente recomendable. No solo mejorará su salud física, sino que tendrá un gran impacto en el humor con el que los padres afrontan la vida familiar. Si no puede realizarse en solitario, destinar un tiempo de ejercicios sencillos en casa.

Un entorno agradable

Ofrecer a nuestros hijos un entorno de crecimiento agradable asentará, sin duda, las bases para un desarrollo de la personalidad más equilibrado y feliz

Fomentar la comunicación en la familia, donde se priorizan las relaciones personales con un buen tono, ayudará a nuestro hijo a sentirse seguro y querido.

Los tiempos de calidad en familia son altamente apreciados por nuestros hijos. Ratos de juego compartidos, sonrisas y afecto; hacer planes juntos, así como la disminución de distracciones de la tecnología, entre otras; también contribuyen a que los más pequeños se sientan protagonistas en la familia. 

También, podemos comenzar a asignar pequeños encargos a los más pequeños, adaptados a su edad: como dejar las pinturas ordenadas, meter los juguetes en la caja, o dejar cada prenda en su sitio. Darles pequeñas responsabilidades no solo mejorará su autoconcepto y su autonomía; sino que les ayuda a sentirse parte de un todo, en el que todos los miembros de la familia contribuimos significativamente.

 

Orden, limpieza y previsión

Los espacios físicos también tienen un impacto en la construcción de un estilo de vida familiar saludable. Asegurar espacios donde la familia puede llevar a cabo sus actividades cotidianas de manera sencilla, ayuda también a los niños a desarrollar mejor sus rutinas.

La rutina diaria debe garantizar un tiempo y un orden para cada cosa, que incluya las cuatro actividades principales de los niños pequeños, como son comer, jugar, llevar a cabo actividades de higiene y dormir, siendo flexible, y teniendo en cuenta las peculiaridades de cada niño.

Las rutinas deben establecerse desde el nacimiento y es importante ir poco a poco Estas actividades se pueden organizar a lo largo del día siguiendo un patrón, y admitiendo la flexibilidad. Esto contribuye a que el niño vaya adquiriendo hábitos y también que la familia pueda organizarse mejor.

En este sentido, ayudará contar en el hogar con los elementos básicos para el desarrollo de las actividades, procurando siempre el orden, y facilitando la limpieza.

Junto al orden y la limpieza, la previsión de los tiempos, ayuda también a los niños a ir desarrollando coordenadas de espacio y tiempo, que también contribuirán a incrementar su seguridad.

Al realizar de forma regular acciones como lavarse las manos antes de comer, cepillarse los dientes despúes de hacerlo, comer a las horas, bañarse antes de ir a dormir, realizar actividad física diariamente e ir a la cama a la misma hora, estamos inculcando hábitos que fomentan la salud y el bienestar del niño tanto en su infancia, como a lo largo de su vida.

Un amor incondicional

Sin duda, el ingrediente más importante para desarrollar un estilo de vida familiar que ayude a educar hijos más felices, es el amor incondicional de los padres. Asegurar un entorno en el que se tienen límites claros, una comunicación fluida, en el que se educa en valores, y en el que equivocarse siempre tiene un camino de vuelta, ayudará a crear el mejor escenario para educar niños más felices.

No podemos olvidar que los hábitos saludables se implementan con éxito cuando se pone en práctica la perseverancia. No es algo que se logra de un día para otro; con los niños es preciso tener mucha paciencia, ya que podemos tardar semanas en poder ver que la rutina que intentamos enseñar ha sido incorporada. No debemos olvidar que los niños aprenden por imitación y vuestro ejemplo es muy importante.

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